Conversando con Inés Garland, Premio Alandar 2022

08-11-2022

Inés Garland no elige un tema en concreto para comenzar a crear una historia, sino que ve una imagen en su cabeza y, como si fuera la punta de un hilo, comienza a tirar y tirar de ella sin interponerse a los personajes que hay en su interior, que le van guiando por una apasionante historia. Así nació el primer capítulo de De la boca de un león, la novela que ha obtenido el Premio Alandar 2022. Su autora relata en esta entrevista el proceso de creación de esta novela juvenil y nos explica cómo los profes podéis trabajar con ella los temas pilares en la adolescencia. ¡Ya está disponible en la Biblioteca Ta-tum!

 

Tu último trabajo, De la boca de un león, ha sido galardonado con el Premio Alandar 2022. ¿Cómo has recibido la noticia de este premio y qué supone este reconocimiento para ti y para la obra? 

¡Me alegró muchísimo! Creo que De la boca de un león es una novela que se mete con temas que a veces elegimos callar, como si fuera mejor el silencio. Escribirla fue por momentos muy doloroso y en el proceso hice el camino que hace Tadeo para salir de la oscuridad. Me emociona que eso haya tocado a los lectores del premio y que tenga la oportunidad de tocar a más lectores.

 

En la novela abordas todos los temas que son pilares en la adolescencia: el crecimiento, la madurez, la búsqueda de la identidad… y el primer amor. ¿Cómo surgió la idea de hablar de ello?

Nunca pienso en los temas. Encuentro la punta de un hilo, que en este caso fue la imagen del primer capítulo: un hermano mayor que obliga a su hermano menor a sostener enciclopedias pesadísimas con los brazos abiertos en cruz y las palmas hacia arriba, y no le deja bajarlas a pesar del cansancio y el ardor de los músculos. 

Esa fue la punta del hilo y empecé a tirar. Cuando llegué al final del capítulo sabía que el maltrato era cotidiano y que los padres no hacían nada, no se enteraban o miraban hacia otro lado. A partir de esa punta fueron apareciendo los otros hermanos, el silencio en esa casa, el padre autoritario y todo el resto de la novela. 

Son mis personajes los que traen los temas. Si estoy en la cabeza y en la vida de un adolescente, los temas de la adolescencia —algunos de ellos, como la violencia, el maltrato y el sometimiento o la libertad, no son solo de la adolescencia— aparecen porque mientras escribo soy ese adolescente.

 

El jurado ha puesto en valor que en esta obra hayas «levantado una gran historia a partir de conflictos domésticos para establecer un patrón de desactivación de la violencia». ¿A partir de qué surge esta idea? 

La novela tiene una mezcla de escenas que viví, que presencié como testigo, que me contaron, que leí, que vi en películas y que imaginé, como todo lo que escribo. La imaginación, al fin y al cabo, es esa mezcla de memoria e invención. Tengo un gran archivo invisible lleno de cajones con imágenes y situaciones y, cuando escribo, los cajones se abren y vuelcan esos recuerdos a medida que el relato los necesita. Lo único que yo tengo que hacer es no molestar, no tener tantas ideas previas, dejar trabajar tranquila a esa parte de mí que sabe mejor lo que se necesita.

 

En 2016 obtuviste el premio Ala Delta por tu obra Lilo, donde ya utilizaste una novela de intriga para hablar del acoso escolar y el peligro de las redes sociales. ¿Crees que las novelas son un buen medio para hablar de temas tan importantes a los adolescentes?

Como comentaba, no trato de hablar de nada en particular cuando escribo; solo quiero contar la historia que aparece. Los temas se desprenden de la historia, pero nunca tengo un plan previo. Lo que pasa es que hay temas que sobrevuelan el momento en el que me pongo a escribir, asuntos emocionales que en lo más profundo no cambian tanto en el tiempo. Y eso hace que surjan temas que pueden ser importantes para los chicos, porque son las cosas que les están pasando. 

Lo que hago es mirarlo. Porque me interesan, porque me interesa mirar lo que nosotros les proponemos a los chicos y lo que ellos nos proponen a nosotros. Nos cuesta mucho salir de la idea de «esto es así porque siempre fue así, siempre se hizo así». ¡Pensemos alternativas!

 

En De la boca de un león, te introduces en la piel de Tadeo, un joven que vive en Argentina y que tiene problemas familiares. ¿Cómo ha sido meterse en la piel de un adolescente? 

¡Creo que se me da bien meterme en la piel de un adolescente! En parte, porque recuerdo muy bien esos años que fueron difíciles para mí y, en parte, porque siento que dentro de mí convivo con la que fui de niña, de adolescente y de joven. 

¡Las llevo dentro a todas! Además de a los personajes internos que ejerzo según la ocasión o que, mejor dicho, deciden tomar el mando cuando se les da la gana. Porque, parafraseando al poeta Walt Whitman, «¿quién no lleva dentro una multitud contradictoria?». En esa multitud también tengo viejas y viejos y hasta animales… ¡Pero eso ya es otra historia!

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¿Cómo es tu proceso de escritura? Cuéntanos alguna anécdota que te haya pasado mientras dabas forma a este libro.

En algún momento se me cruzó por la cabeza que el padre de Vera, la chica que le gusta a Tadeo, fuera cetrero y tuviera un halcón. La cetrería, la caza con aves de presa, es un deporte muy antiguo y no sabía mucho del tema así que leí El peregrino, un libro que aparece en la bibliografía, y miré muchos vídeos de Pareja Obregón, cetrero español. 

Incluso entrevisté a un cetrero argentino. Estábamos en medio de la pandemia, así que hablamos por teléfono, pero escuchaba los gritos de sus gavilanes (¡él cría gavilanes!). 

Además, en una conífera muy alta y frondosa que se llama araucaria y que se encuentra en el jardín de mi vecina, hay una pareja de halcones. Me encanta escucharlos y ver cómo llegan al atardecer a su nido. Aprendí a prestar atención a los pájaros. Algo que me gusta de escribir es encontrar mundos dentro del mundo y contárselos a los lectores. ¡Y este me apasionó! 

 

¿Qué te gustaría que los jóvenes lectores se lleven de este libro una vez que lleguen a la última página?

Me gustaría que sientan que han disfrutado del viaje y que les haya valido la pena; que se atrevan a abrir la puerta a las emociones que la vida propone. La puerta que deja entrar al corazón las cosas malas es la misma que deja entrar las buenas. Cuando la cerramos para no sufrir, o porque nos niegan lo que pasa, también la cerramos a la intensidad de las experiencias felices. Me gustaría que sientan que se puede.

 

¿Por qué recomendarías a los profesores que elijan este libro para sus estudiantes?

Tengo la esperanza de que el libro abra la posibilidad de conversar sobre cosas que no son fáciles de hablar. Un profesor que puede escuchar a sus alumnos y hablarles de lo que otras personas no les quieren hablar es alguien a quien guardamos en el corazón toda la vida. Todos hemos tenido algún profesor o profesora así y lo sabemos. 

También creo que el libro tiene suspense y dan ganas de saber lo que va a pasar. Es un buen libro para leer fragmentos en voz alta. Las personas que lo leyeron me dicen que no lo podían dejar. Eso es siempre algo a favor de un libro para jóvenes.

 

Un adelanto que puedas dar a los lectores: ¿Por qué elegiste este título para el libro?

Lo elegí por estas líneas del libro de Christopher Marlowe (1564-1593): 

«Soy la Ira. No tengo padre ni madre: salté de la boca de un león
cuando tenía apenas media hora de vida, y desde entonces voy
de un lado a otro del mundo, con este estuche de espadas,
hiriéndome a mí mismo cuando no tengo a nadie con quien
pelearme…»

Me reconocí en esas palabras, me encantó la imagen de la ira naciendo de la boca de un león. Me recordó la carta del tarot de La Fuerza. Creo que es cierto que la ira va por la vida con el estuche de espadas y hace que nos lastimemos a nosotros mismos cuando no podemos lastimar a otros. Creo que las personas se dividen a veces entre los que eligen lastimar a otros y los que prefieren lastimarse a sí mismos antes que a otros, pero que el asunto es reconocer la ira y ver qué se hace con eso. 

 

En pocas palabras

Si no hubieras sido guionista, editora y ahora escritora, ¿qué te habría gustado ser?

Música. Cantante. Pintora. Actriz. Y en esa multitud que me habita, también maestra rural, doctora, sanadora… ¡Tantas cosas! 

¿Cómo definirías tu trabajo como escritora en una sola palabra? 

Entrega.

Además de De la boca de un león, ¿qué otro libro recomendarías a tu público adolescente? 

Me vienen a la cabeza varios títulos: Las mil y una noches; las historietas de Calvin & Hobbes; Bestiario, de Julio Cortázar; Vera historia de Indias, de Oski; y también Breve historia del mundo, de Ernst Gombrich. 

¡Muchas gracias por esta entrevista!